Es curioso pero, de alguna manera, no sé cómo los libros de Hesse se las ingenian para llegar a manos de lectores jóvenes, convirtiéndose en lecturas fundamentales que si bien no se alcanzan a comprender del todo a esa edad, como en mi caso, sí infunden un ingrediente que marca al lector adolescente.
Lo anterior lo digo porque son ya varias ocasiones en que platico con amigos o extraños, y coincidimos en la edad en que leímos por primera vez a Hesse, “yo me aventé El lobo estepario a los quince”, “yo los 17, y me marcó”. Y es que este hecho que menciono no es fortuito, tiene una razón para darse de esta manera, y es que Hermann Hesse es el eterno adolescente, su literatura es una búsqueda constante de identidad, es el hombre solitario, “el último romántico alemán”.
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