domingo, 28 de abril de 2013


Todo quemado

El odio se convierte en la raza superior
 incrustada en la genética del mundo humano.

Fue renombrado este pueblo de campesinos, originalmente Oświęcim, en el Sur de Polonia. Renombrado para ser recordado -¿para siempre?- en los arados de la Historia.
Fantasía. La visita a los campos de concentración y exterminio nazis de Auschwitz-Birkenau me pareció una fantasía. Una historia inventada para una museografía. La cámara de gas, un lugar en donde se escucha hasta el más mínimo eco. Los relatos de las meticulosas formas de la muerte, de los trabajos forzados y castigos, un guión más en la lista. La visita fue para mí el recorrido de un museo como otros tantos.
Pero por la noche me llegó el espanto.

19 de febrero de 2013

I

Los campos de concentración y de exterminio de Auschwitz-Birkenau amanecieron nevados este día. Y al caminar por los pasillos y corredores, las barracas de ladrillo y madera que antes sirvieron de hacinamiento, comenzó a nevar. Cómo no imaginar el dolor de cada paso de aquellos condenados a muerte lenta; zapatos de madera que se perdían en el lodo al ritmo de la marcha, al igual que el que pierde la vida.
A la par del concepto “calidad de vida” debió crearse el de Calidad de muerte.

II

En 1940 los primeros ferrocarriles llegaron a este lugar; por cinco años, noventa por ciento de su cargamento fue judío.

III

Letrinas comunitarias, cientos de huecos para defecar sobre una plancha de concreto, con un tiempo establecido para hacerlo de 1 a 3 minutos por bloque de prisioneros. Dos veces al día: una por la mañana y otra por la noche. “No, no éramos tratados como animales” dicen quienes lo sobrevivieron, porque los animales de los militares alemanes podían defecar a la hora que quisieran, en el tiempo y lugar que quisieran.
La libertad de comunicarse estaba entre los desechos humanos, pues las prisioneras que limpiaban el excremento de las letrinas hacían el trabajo solas, sin la vigilancia de las militares de la SS, que jamás harían ese trabajo. Era el único lugar en donde se podía hablar, comunicarse. Con toda la ironía de la tristeza lo llamaron “el parlamento”.

IV

Toneladas de cabello humano, principalmente de mujeres, utilizado para fabricar abrigos, pelucas, telas con lino y otros artículos. Fue el aún constante negocio de la muerte; las cenizas humanas producidas en los hornos se vendían como fertilizante para las tierras de cultivo.
Un exterminio autosustentable.

V

Las fotografías que cambian. En 1943 se dejó de retratar a los prisioneros que llegaban a Auschwitz. Era un gasto inútil; pasadas tan sólo dos semanas era casi imposible identificar a los fotografiados. Era como reconocer a miles de osamentas que respiraban.

VI

Una pequeña orquesta entonaba el ritmo de las marchas diarias de los prisioneros dentro de los campos de concentración. Las marchas fúnebres, sin saberlo, fueron reinventadas.

VII

Réquiem. Me pregunto por las tierras de cultivo abonadas con las cenizas del exterminio. Por el calor de los abrigos manufacturados con telas a base de cabello humano. Me pregunto por la muerte cotidiana de quienes sobrevivieron sabiéndose siempre los enemigos. Por los militares, médicos, arquitectos, ingenieros protagonistas de la barbarie. ¿Será la misma muerte en vida, el mismo holocausto interno de los ex prisioneros que lograron salir de Auschwitz-Birkenau vivos?

VIII

Diez por ciento de los militares y funcionarios alemanes que ocasionaron el holocausto fue encarcelado después de la guerra; ellos, torturados y asesinados en nombre de la ley. Rusia o Polonia. Alemanes o polacos. Cristianos o judíos…

IX

Holocausto: del griego holos = todo, kaustos = quemado.
Todo quemado.



Miguel Ángel León Govea
Polonia, febrero de 2013









jueves, 25 de abril de 2013


A la caída
Para Estrella

Bebimos el vino, la cerveza y el licor antes de sumergirnos en un oleaje que no entendimos. “De noche, los cuerpos desnudos brillan en el mar”, prometiste. Pero ante el resplandor perdí tu mano y tú mis dedos; nos fuimos quedando dormidos en la lentitud de la sal, con las palabras de la noche y los sordos llamados de auxilio; vestida de blanco, desnuda de cuerpo. Incienso de luna libre. Suave piel blanca anclada a las arrugas de la misma muerte. ¿Quién dijo muerte? Sólo dos luceros hermosos, fugaces. Y los gritos de terror –naturales– al ahogarnos.



Miguel León-Govea

lunes, 22 de abril de 2013

Los ciudadanos de Wroclaw, Polonia.