lunes, 26 de julio de 2010


Incluso los perros duermen. En una sucesión de imágenes la noche se vierte en la casa entera. Dormir es una sensación baladí, caminar las puertas, las ventanas, los oídos del viento en cada noche es el perfecto sueño. Nunca conocí más espanto que el silencio contra una cama inútil. No voy a dormir, no voy a escribir pliegues en las sábanas. Vi las horas litográficas y un espejo que decide mi pasado. Tampoco dormí en Cuba, ni en España, Portugal, Canadá. Para cuestiones de sueños soy un vende patrias. Cuatro años forjando mis ojos a la derrota, ocho horas de cada fecha en donde me hierven las costillas. Al salir de mi casa encontré una piedra donde decía esto: voy a dormirme con el reloj como una madre que espera a su hijo.

viernes, 16 de julio de 2010