domingo, 29 de agosto de 2010

No hay deseo más fuerte que el de un adolescente

Es curioso pero, de alguna manera, no sé cómo los libros de Hesse se las ingenian para llegar a manos de lectores jóvenes, convirtiéndose en lecturas fundamentales que si bien no se alcanzan a comprender del todo a esa edad, como en mi caso, sí infunden un ingrediente que marca al lector adolescente.

Lo anterior lo digo porque son ya varias ocasiones en que platico con amigos o extraños, y coincidimos en la edad en que leímos por primera vez a Hesse, “yo me aventé El lobo estepario a los quince”, “yo los 17, y me marcó”. Y es que este hecho que menciono no es fortuito, tiene una razón para darse de esta manera, y es que Hermann Hesse es el eterno adolescente, su literatura es una búsqueda constante de identidad, es el hombre solitario, “el último romántico alemán”.

sábado, 28 de agosto de 2010

A veces al mar le da por secarse en mi vaso de agua




sábado, 21 de agosto de 2010

He visto el silencio y el sol a gritos.


El agua fresca es sólo llanto.

Desde los cerros baja una tristeza que nos funda,

días de ciudad dragada en un valle,

de sus silbos y fuentes sólo escapa aire con desidia.



(Hoy no me abandones, amor,

el cemento ya se vierte entre nosotros

como un edificio indescifrable).



Hay vientres que se cuecen en su propia sangre,

niños que lloran en gestación;

la vida también se anticipa a los espasmos.

En un principio sólo fuimos dioses fértiles,

hoy nos sobrevivimos en un laberinto de huesos.



(No me abandones, estoy preocupado,

hay demasiados filos urbanos

y mi carne tiene la hemofilia por amante).



La ciudad es el cadalso de los suicidas,

una sopa envenenada de poetas;

es la podredumbre panteísta

donde nos encontramos los dioses,

amor.



Ven a mi ciudad una semana,

tú que amas los desiertos en tu casa,

con pantomima te serviré un vaso de agua.



Hoy el sol a gritos evapora la tristeza que nos funda,

en 1525 miraremos de nuevo a los volcanes

para escuchar el nuevo nombre de Colima,

y su ubicación en el occidente de este poema.

jueves, 12 de agosto de 2010

Hay poemas que como se escriben deben salir. Sin correcciones, sin errores tal vez

Por eso la noche es un sorbo de nadie,


un viento alcanforado en un cielo pleniluno,

alcobas de bosque hechas al silencio.

Una estrella se desliza a jugar a no ver las luciérnagas.

La carretera ofrece sus líneas pantomímicas

como deseando el regreso,

como si un camino no estuviese confinado por los mares

o el vientre.



Noche soledades,

edad del sol.

Camino de Santiago y los pasos se derriten en los ríos,

como hombres que se dirigen a su estatua.

Un germen primitivo cae en el pasado

y la edad del sol calienta la primera hoguera

y clarifica el primer fuego

para que la noche interprete su nota alta.



A sueltas por el cabello entrerojizo

una mano petrificada entre la lava.

A lo lejos la mamá del llanto teje una ropa para el invierno

y la lluvia se convierte en ríos de lenta ingesta

que en su cauce llevan a morir al mar

las imágenes del bosque.

Nace una cadera desnuda

y uno comprende que el tiempo es una metáfora para la vida,

que después de tanto cielo

sólo es mejor la pirotecnia.

viernes, 6 de agosto de 2010

¿Cómo saber el tiempo si sólo tengo tu mirada?

lunes, 2 de agosto de 2010

China

Una noche de incalculables sueños.


China irrumpe.

Entre un edificio y otro sobreviven mis pies

equilibristas,

la memoria por definición cayó al vacío.

Vi de la boca de la gente las grafías,

su escritura son nuestras metáforas,

cavidad sempiterna o arrecife en donde somos.



China es un país que lo supo todo;

la media luna en la mirada,

un triángulo de oxígeno,

y siempre la distancia.



Sus remos navegan en la superficie del tiempo

sin tocarlo, sin desearlo;

sus millones de cuerpos desembocan

en el pensamiento.

En las ciudades los cuerpos sólo son arena

sólo efecto del viento

sólo cadenas

sólo incendios artificiales.

sólo cuerpos.



Las ciudades hacen una esquina

para doblar en la Historia

el más perfecto de los biombos.

Ciudades de arroz y lluvia,

lo demás son pequeñas islas

de arquitectura equivocada.