La ciudad y los puentes
Nunca el mismo puente.
Mas la misma distancia siempre.
Si
bien de lejos parecen las siluetas de una cordillera un tanto extraña, al
acercarse se aprecia un extenso valle repleto de puentes: sólo puentes, miles
de ellos. Algunos solitarios y otros superpuestos unos con otros; en ocasiones
dos, tres o más nacen de un mismo cimiento y toman variadas direcciones. La
ciudad pontífice, hacedora de puentes que soportan todo tipo de edificaciones: casas,
hoteles, escuelas, edificios de negocios, túneles, bodegas, cruces de culto,
antenas, recolectores pluviales, aljibes; incluso montañas artificiales para
uso recreativo y puentes decorativos, monumentos de la ciudad que fue nombrada
Ciudad.
Debajo de todos los puentes de la
ciudad la tierra está vacía, es poca la vegetación que sobrevive, como algunos
girasoles que aprovechan los escasos rayos de luz que se cuelan entre las
grandes trabes. En ciudad Ciudad no se construye en la tierra, está prohibido
hacerlo. Sólo es posible levantar alguna obra sobre los puentes que en ella
hay. Todo tipo de vehículos transitan en la ciudad con un preciso sistema de
orden vial que regula la entrada y salida de las estructuras; no obstante, es
obligatorio que todos los puentes sean también peatonales, con estrictas
medidas de seguridad para evitar accidentes, como las caídas. Existen puentes
destinados exclusivamente al espacio público, es decir, para el esparcimiento y
convivencia de los ciudadanos.
Existen algunos cuerpos lacustres
bajo la ciudad Ciudad, ríos y pequeños lagos; para cruzarlos existen los
llamados “puentes de barcas” que consisten en series de embarcaciones de madera
atadas en línea y que van de orilla a orilla. La mayoría de estos cuerpos de
agua están contaminados por los desechos que caen de la ciudad que se yergue
metros arriba. La lluvia se convierte entonces en un factor clave para la
sobrevivencia.
Ciudad
Ciudad es una urbanización unida por los puentes pero separada por los mismos.
Los conceptos de cercanía y distancia son por lo tanto relativos, y por ello no
se utilizan en el habla de las personas. La cotidianidad de los habitantes es
subir y bajar los puentes, por ello han desarrollado piernas extremadamente
fuertes que les permiten el tránsito por la ciudad. Ellos consideran al puente
del pie como la máxima representación del erotismo y sólo está permitido tocar
esta parte del cuerpo cuando se está por iniciar un acto reproductivo.
La muerte es considerada un elemento
de construcción; las osamentas son lloradas en la cima de los puentes para
luego ser incrustadas en las bases de las nuevas estructuras que se erigen en
la periferia de la ciudad. Así, tanto la vida como la muerte de las personas
están dedicadas a la consolidación de nuevas obras.
En esta urbanización las sombras que
proyectan las mega-estructuras provocan serios daños a la población: muchos
niños crecen con raquitismo, o los adultos desarrollan osteomalacia; asimismo,
en ambos se presentan poca tolerancia a la luz y pérdida del lenguaje. De igual
manera, los ecos entre los grandes muros provocan sordera, y con ello
desequilibrio en las personas. El suicidio por caída es uno de los problemas de
salud pública que enfrenta día con día ciudad Ciudad.
En varios puntos de la gran urbe pueden
verse inscripciones que relatan el comienzo de la civilización de Ciudad,
leyendas fundacionales que dotan de identidad a sus habitantes. Una de ellas
cuenta la historia de cuatro grandes puentes que cruzan la ciudad
imaginariamente hacia cada punto cardinal, lo anterior, claro, pertenece a la
mitología. Otra inscripción trata de cómo se erigió el primer puente. Aquí un
fragmento:
Pontifex
dominus
Una vez un puente cruzó el río para
descubrir la verdad de la otra orilla. Luego otro y miles siguieron su ejemplo.
Todas las razas, lenguas de acero y ladrillo, almas de madera y tiempo. Muchos
cayeron en el intento. Otros en las guerras sufrieron la desgana de la memoria.
Una vez, un puente miró hacia el
cielo…
Ellos, los habitantes de Ciudad,
seguirán erigiendo innumerables puentes, ellos son la ciudad pontífice, hasta
un día llegar.
“… Brilla el destino entre
infinitas sombras. Nostalgia de mi ciudad, Ciudad”.
Miguel
Ángel León Govea
Julio,
2013