Para comprender el silencio
Para
comprender el silencio
hay que
escuchar la espuma de mar:
una voz
lejana y profunda,
naufragios y
las sirenas necesarias,
pero efímera
en su infinitud.
Hay que mirar
la sal,
el residuo:
el término
preciso
al que aspira
la palabra.
Miguel Ángel León Govea
Noviembre, 2013
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