Todo
quemado
El
odio se convierte en la raza superior
incrustada en la genética del mundo humano.
Fue renombrado este
pueblo de campesinos, originalmente Oświęcim, en el Sur de Polonia. Renombrado
para ser recordado -¿para siempre?- en los arados de la Historia.
Fantasía. La visita a
los campos de concentración y exterminio nazis de Auschwitz-Birkenau me pareció
una fantasía. Una historia inventada para una museografía. La cámara de gas, un
lugar en donde se escucha hasta el más mínimo eco. Los relatos de las
meticulosas formas de la muerte, de los trabajos forzados y castigos, un guión
más en la lista. La visita fue para mí el recorrido de un museo como otros
tantos.
Pero por la noche me
llegó el espanto.
19 de febrero de 2013
I
Los campos de
concentración y de exterminio de Auschwitz-Birkenau amanecieron nevados este
día. Y al caminar por los pasillos y corredores, las barracas de ladrillo y
madera que antes sirvieron de hacinamiento, comenzó a nevar. Cómo no imaginar
el dolor de cada paso de aquellos condenados a muerte lenta; zapatos de madera
que se perdían en el lodo al ritmo de la marcha, al igual que el que pierde la
vida.
A la par del concepto
“calidad de vida” debió crearse el de Calidad de muerte.
II
En 1940 los primeros
ferrocarriles llegaron a este lugar; por cinco años, noventa por ciento de su
cargamento fue judío.
III
Letrinas comunitarias,
cientos de huecos para defecar sobre una plancha de concreto, con un tiempo
establecido para hacerlo de 1 a 3 minutos por bloque de prisioneros. Dos veces
al día: una por la mañana y otra por la noche. “No, no éramos tratados como
animales” dicen quienes lo sobrevivieron, porque los animales de los militares
alemanes podían defecar a la hora que quisieran, en el tiempo y lugar que
quisieran.
La libertad de
comunicarse estaba entre los desechos humanos, pues las prisioneras que
limpiaban el excremento de las letrinas hacían el trabajo solas, sin la
vigilancia de las militares de la SS, que jamás harían ese trabajo. Era el
único lugar en donde se podía hablar, comunicarse. Con toda la ironía de la
tristeza lo llamaron “el parlamento”.
IV
Toneladas de cabello
humano, principalmente de mujeres, utilizado para fabricar abrigos, pelucas,
telas con lino y otros artículos. Fue el aún constante negocio de la muerte;
las cenizas humanas producidas en los hornos se vendían como fertilizante para
las tierras de cultivo.
Un exterminio
autosustentable.
V
Las fotografías que
cambian. En 1943 se dejó de retratar a los prisioneros que llegaban a
Auschwitz. Era un gasto inútil; pasadas tan sólo dos semanas era casi imposible
identificar a los fotografiados. Era como reconocer a miles de osamentas que
respiraban.
VI
Una pequeña orquesta
entonaba el ritmo de las marchas diarias de los prisioneros dentro de los
campos de concentración. Las marchas fúnebres, sin saberlo, fueron
reinventadas.
VII
Réquiem. Me pregunto
por las tierras de cultivo abonadas con las cenizas del exterminio. Por el
calor de los abrigos manufacturados con telas a base de cabello humano. Me
pregunto por la muerte cotidiana de quienes sobrevivieron sabiéndose siempre
los enemigos. Por los militares, médicos, arquitectos, ingenieros protagonistas
de la barbarie. ¿Será la misma muerte en vida, el mismo holocausto interno de
los ex prisioneros que lograron salir de Auschwitz-Birkenau vivos?
VIII
Diez por ciento de los
militares y funcionarios alemanes que ocasionaron el holocausto fue encarcelado
después de la guerra; ellos, torturados y asesinados en nombre de la ley. Rusia
o Polonia. Alemanes o polacos. Cristianos o judíos…
IX
Holocausto: del griego holos = todo, kaustos = quemado.
Todo quemado.
Miguel Ángel León Govea
Polonia, febrero de 2013