Vamos al mar
a anclar nuestras sirenas, el sonido repetirá los bordes de la costa; cada
canto recordará a la tierra, cada voz a un ave. El vuelo nos ayuda a contemplar
a dios. La luz que hoy nos da la noche también es dios. El mar es una metáfora
consumada de la dualidad. Su fondo es el alma, y los seres que la habitan, la
conciencia: sin ojos, se arriesgaron a explorar las posibilidades de la luz.
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